lunes, 31 de mayo de 2010
Lanzallamas
Aunque el fuego ha sido utilizado como un arma desde la antigüedad de mútiples maneras, la primera arma que se conoce parecida al lanzallamas es el llamado fuego griego. Utilizado ampliamente por la flota del imperio bizantino, se trataba de un líquido inflamable lanzado desde una especie de cañón de bronce.
Los lanzallamas modernos tienen su origen en la guerra de trincheras desarrollada durante la Primera Guerra Mundial. Tuvieron su consagración como arma de guerra moderna durante la Segunda Guerra Mundial, en la que el ejercito aleman ya los montaba en carros de combate en los tanques Panzer II Flamm y Flammpanzer III. También los británicos y canadienses desplegaron desde 1944 unidades blindadas lanzallamas en combinación con unidades de infantería. Las primeras versiones de estos primitivos tanques lanzallamas fueron el Badger (Tejón) (un tanque prototipo utilizado en Normandía- y el Oke, utilizado en Dieppe.
El lanzallamas consiste básicamente en dos elementos: Una mochila o depósito y una salida. El depósito está compuesto generalmente de dos o tres cilindros: Uno mantiene el elemento propelente -generalmente un gas inerte como el nitrógeno- a presión; y los otros dos contienen un líquido inflamable, como el petróleo. Estos sistemas de tres cilindros suelen conformarse de manera equilibrada para facilitar su transporte. Este sencillo mecanismo es suficiente para proyectar el material inflamable a cierta distancia, desplazándolo en combinación con el gas a presión. La "pistola" contiene un pequeño depósito y un reducido sistema de ignición: Al apretar el gatillo se abre una válvula, que permite el paso del líquido del depósito hasta el mecanismo de ignición. Este puede variar según el tipo de lanzallamas: en ocasiones es una simple espiral de metal incandescente; y otros modelos presentan una pequeña llama alimentada por el gas a presión.
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